Cuando las palabras no son suficiente para denotar algunas triviales instrucciones, todo mi ser quiere pasar al otro lado del fono y golpear en la cabeza a mi interlocutor. A veces las palabras no son suficientes. Es increíble cómo el sólo hecho de estar presente permite transimitir un claro y directo mensaje.
La situación me desespera y estoy a punto de salir de quicio. Espero controlarme, no quiero rensillas estúpidas.
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