viernes, 13 de febrero de 2009

San Valentín... un día que...

Un día económicamente sufrido, un día en que las palomas rancias de una plaza vuelan hacia el horizonte y hacen ver a las parejas como únicas, como especiales; un día en que las notoriamente poco pensantes cabezas de muchos hombres se escabullen en mares de incertidumbre, buscando con afán el regalo perfecto que demuestre que aman a sus parejas de aquí al fin del universo y las cada vez menos románticas mujeres esperan ser tratadas como reinas, un día en que los pensamientos se pierden en el horizonte del amore...

San Valentín, Día de los enamorados ( o Día de la Amistad también, como leí por ahí), 14 de Febrero... un día perfectamente apacible para unos, para otros un día en que el caos se apodera de sus vidas, y para otros, un día más en su eterno pasar por este mundo. Me considero de la clase de personajes que prefieren pasar este día haciendo lo que se dejó pendiente ayer, de hacer lo que sea necesario para vivir un día más, de dejar al diario vivir hacer su trabajo y si existiera la vida de pareja y ésta mandara salir de la rutina y portarse como un Romeo, pues adelante. Sin embargo si existiera un Día del Amor con todas sus letras y como corresponde, ese tendría que ser una celebración de todos los días del año, como lo podría ser también el Día de las madres, el Día del Niño, el Día del dulce de membrillo y muchos otros casos que son meras alusiones a hechos tan cotidianos que no nos damos cuenta de la importancia que tienen en nuestras vidas.

En fin, la oscuridad del viento que me rodea me hace, por qué no, desear que este día aparezca una bella hada que me acurruque en sus eternos brazos de amor y que el viento se transforme en una ráfaga de luz que amenice por un día mi vida.


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