sábado, 18 de abril de 2009

Estados...

Un increíble estado que muy pocos pueden conseguir en este mundo atiborrado de crueldad, guerras, rencillas, falacias y muerte, sin embargo, ese algo es infinitamente realizable, ya sea por las acciones, por los pensamientos o por la forma de ser, de sentir, de vivir. Un estado tan perfectamente posible como la probabilidad de encontrar un grano de arena en el desierto. Así de cierto, así lo creo. Es tan simple ser feliz, tan simple ver, sentir, saborear el mundo que te rodea y encontrar en las cosas más sencillas ese pensamiento fugaz que pueda provocarte, alegría. Sí, mira a tu alrededor y te darás cuenta que no estás solo, que nunca lo haz estado, que cada día es posible encontrar ese algo, ese alguien.

Lo que no es simple, en lo absoluto, es quitarse las vendas de los ojos, sacarse la mordaza de la boca, sacarse las manos de los oídos y sacarse los guantes de las manos ni menos sacarse las cadenas del corazón. Eso, queridos amigos, eso no es sencillo. Es necesario, a veces, sentir que la visión se torna oscura, que la boca se sella de tal manera que no se nos permite pronunciar, que nos cuesta escuchar el sonido de las hojas al caer en otoño, que nuestras manos sudan al no poder sentir la brisa primaveral, que no nos conmueve el llanto de un niño. Es necesario, en alguna medida, tener un remezón en nuestras vidas para lograr ese anhelado estado. Sí, lo sé, no siempre es así (en el 1% de las veces).

El hada se hizo realidad, los sentimientos brotan a mares, ahora se ve, se mira, se observa con claridad, se escuchan las hojas caer, se siente ese encantamiento que provoca la brisa marina en las manos, en las piernas, en todo mi ser.

Esto me gusta, me fascina día a día, semana a semana, mes a mes. En fin, la felicidad es una convicción muy personal que se encuentra en los terrones del camino.

No hay comentarios: